miércoles

Poema de Miguelet


¿Seguiré arrancando hojas
de mi cuaderno de física quántica
para, desvirtuar su propósito,
y llenarlas de versos y esperanzas?

Si, por supuesto,
es algo asquerosito el quanta
y hay en mi corazón
un torbellino de escaleras rodantes
que ora suben, ora bajan
y si alguna, por salud se detiene,
es de inmediato reemplazada.
Escucho filtrarse a través de las ventana
el desafinado DO de flauta con que
algún vecino desconocido
trata de llenar de sonidos mi alma.
Y sé que en la mesa
más sedienta del bar de la Cañada,
Miguelet cocina desaguisados
en forma de poemas y botellas de grapa.

Mientras tanto yo intento seducirte
escribiendo cosas que no me pasan
y despacho este poema,
que más que poema es un compilado insensato
que debería figura figurar
con honores en el Guinnes de las fe de erratas.

¡Basta de flautas!,
¡Basta de poemas!,
¡Basta de física quántica...!

En algún lugar más allá de la bruma,
en el lugar donde la bruma se convierte
en el velo de novia de una novia asesinada,
está aguardándome el prado de tu mirada.

Para que me supongan batallador,
cuando parto, me pongo el parche de pirata
sobre el ojo izquierdo
y llevo fuera de su vaina
mi espada ensangrentada con sangre pintada.

Camino con paso decidido y es la niebla
la que me cuida las espaldas
Un quanta desaprensivo, curioso y locuaz
me acompaña y misteriosamente
se conserva en él, el poema y la grapa de Miguelet,
algo de aquel destemplado DO de flauta
y el sabor a aventura que me hizo partir
a besar tus pechos y desafogar tus entrañas.

También trae un pañuelo para enjugar,
la sangre falsa de mi espada ensangrentada

¿Acaso querrá este quanta de energía subsidiada
espiar mi claudicación a esclavo de tu mirada?

¿Acaso querrá, ser testigo de mi incondicional
rendición ante tus orgasmos no meditados?

¿Acaso querrá verme, volver tranquilo,
con el corazón sin marejadas
a seguir resolviendo sin dispersas ansias
y con renovado esmero
mis trabajosos problemas de física quántica?

Extraño las brumas…
Extraño el desafinado DO de aquella flauta…
Extraño la mesa más sedienta
del bar de la Cañada,
donde Miguelet, con un par de grapas,
construye sentimientos usando palabras…

1 comentario:

adry brovia dijo...

Qué hermosas imágenes!!!!
Qué amoroso relato!
Me encanta poder leerte!!!!!!
Y sobre todo que puedas mezclar la física quántica, la música y el Bar de La Cañada con el amor...
Un beso
Adriana